Sólo podemos estar de acuerdo y aplaudir el subtítulo: «Nadie olvida el nombre de torres como la Chrysler, que representaban a empresas, aunque hayan dejado de hacerlo. Con los nuevos rascacielos sucede lo contrario: muy pocos son memorables». Si algunos arquitectos tuviesen más a mano sus apuntes y más en la memoria las imágenes que nos enseñaban en Historia de la Arquitectura nos ahorrarían algunos… Aplaudimos el final del artículo: «¿Qué necesita un rascacielos para no parecer mera especulación inmobiliaria y colaborar en la construcción de una ciudad? Tal vez los arquitectos deberían planteárselo».
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Publicado en El País el 24/07/18 por Anatxu Zabalbeascoa